UN AÑO DIFÍCIL. Una eco-comedia para no tomarse en serio.
El dúo Olivier Nakache y Éric Toledano (Intocable) escriben y dirigen su vuelta al humor con esta eco-comedia francesa con mucho ecologismo y devorada por la comedia romántica.
Una rítmica banda sonora inicia el filme, acompañando los planos visuales y desorientando sobre el tipo de género que el espectador va a encontrarse. Y es que este eco-género está sin definir aún.
Utilizando al propio cine de forma crítica, parece que la distancia es más útil que la realidad, incluso en que lo vivido en primera persona.
Quizá parece exagerado, pero, ¿realmente lo es? Dos de los protagonistas se encuentran al inicio en posiciones contrarias frente al consumismo. El vals que inicialmente le propone el consumista se muestra después mientras intenta este mismo conseguir una televisión a buen precio, con una extra como rival del otro lado de la caja.
Parece que la película va a estar llena de sátiras visuales, pero a la media hora se diluye y comienza a respirar el humor que le aporta uno de sus protagonistas, Jonathan Cohen.
Junto a Pio Mamaï encarnan dos hiperconsumistas al límite de la pobreza, que intentan sobrevivir uniéndose a unos activistas, parte por conseguir picoteo y cerveza gratis, parte por conseguir una cita con una de las activistas, Noémie Merlant. La brillante actriz de «Retrato de una mujer en llamas» ve castigada su interpretación por la falta de química con los dos protagonistas repletos de clichés masculinos.
Se muestra la peor parte del consumismo, y la mejor parte de dos personas solitarias debido a sus errores que se convierten en buenos amigos, el punto fuerte de la película.
Al dejar la lupa activista comienzan unas acciones sin sentido para el filme más que el de meros sketches de humor.
Uno de los secundarios es quien mejor introduce una moraleja «¿Lo necesito ahora?» Otra secundaria anecdótica deja la frase conclusiva de la película: «La riqueza no tiene precio más que el valor que le das a las cosas«. Una premisa simple pero efectiva concorde a la trama.
El resultado, una eco-comedia para no pensar sin una identidad de género llena de elipsis cómodos, con dos perdedores que cuando dan valor a las personas y no a lo material, se convierten en héroes de su propia historia.