Despierta en el Price un circo que solo se puede soñar -

«Entre chiens et louves«, una de esas obras donde poner etiquetas corre el riesgo de que se despeguen con facilidad. Circo, danza y amor saltan entre épocas distantes mientras el espectador contiene el aliento sin miedo de disfrutar cada instante.

Tres historias en tres años distintos: 1870, 1960 y 2022. Un viaje temporal donde la compañía Le Roux cohesiona con piruetas los diferentes problemas de pareja. Pero es mucho más que acrobacias. La danza es parte principal del espectáculo, y lo demuestra la belleza en el movimiento, el baile como recurso narrativo lleno de emociones y la sensación de que el equipo de baile está unido incluso cuando no están cerca.

Por instantes, las protagonistas adquieren habilidades dolorosamente inhumanas. Saltan a gran altura sin coger impulso y caen de pie donde parece que solo hay aire. El acento francés adorna las actuaciones de forma muy natural. Una locura divertida se apodera según avanza el show del personaje de época interpretado por Mathilde Jimenez. Por momentos parece más equilibrada sobre una fina tabla que sobre el suelo. El resto del talentoso y versátil reparto está compuesto por Maude Parent (Maud), Pedro Consciencia (Roy), Grégory Arsenal (Alex), Philip Rosenberg (Tom), Tristan Nielsen (François), Samuel Charlton (Victor) y Kaisha Dessalines Wright (Elisabeth), en la creación de Yannick Thomas, Grégory Arsenal and Philip Rosenberg.

Los personajes saltan de tiempo en tiempo, representado con unas habitaciones que se abren y cierran como cajones mágicos, facilitando que sus habitantes se conviertan en cómplices de sus socios intergeneracionales.

Denominar el espectáculo como circo es insuficiente para este proyecto. En él ocurren cabriolas de ensueño que hacen contener la respiración y usan la danza como forma de expresión sin barreras fonéticas.
Incluso de las transiciones sacan un instante bello, usando poesías animadas por proyección. Y hasta la retirada del decorado es especial, coreografiada al detalle, parece que todos son un mismo ser que no mueve un dedo sin saber dónde están sus pensamientos.