El talento de «Ricardo III» reina en el Teatro Infanta Isabel
Shakespeare caricaturiza en su texto a uno de los peores reyes ingleses de la historia. Cruel, manipulador y capaz de cualquier acción para conseguir un trono que no le pertenecía. Y si para ello tiene que matar a sus sobrinos, seducir y engañar a cada persona que le rodea, Ricardo III lo hará. ¿Y cuál es el precio?
Nicolás Pérez Costa reflexiona sobre eso mismo, donde dirige y protagoniza una propuesta arriesgada pero con mucho ingenio entre las emociones impías del personaje del dramaturgo inglés que hace muy suyo. Un vestuario atrevido, que se acerca más al ciberpunk que a los ropajes del siglo XV. El cuero y las transparencias visten al reparto. Y más riesgo aún hay en la ausencia de escenarios. Consigue una gran versatilidad con unas escaleras y unos barriles metálicos a los que castiga con una percusión sencilla, los dispone como sala de trono o dibujan calles de Inglaterra. Lo más sorprendente es cuando lo transforma en caballo en una emotiva escena bélica.
Las luces no son un elemento cualquiera. Decoran un escenario vacío vistiendo de colores las tablas. Un arcoíris envuelve la escena inicial pictórica, y no baja ese nivel en toda la obra. Un foco preciso en el rostro en la divagación del horrible protagonista. Un fondo rojo agresivo y un azul que cae como un rayo en la oscuridad. Cuesta un instante acostumbrarse a esta dinámica, pero una vez dentro, es imposible escapar de la trama y las agujas del reloj se aceleran sin ser más consciente de qué es lo que va a ocurrir en ese instante. La pasión interpretativa hace invisible la necesidad de escenario alguno.

La intriga para quien desconoce la historia envuelve la curiosidad del espectador. El sufrimiento de las actrices, coprotagonistas de la gran dirección llega a traspasar la cuarta pared y se convierte en el propio dolor, o al menos, en un dolor lleno de empatía.
La coreografía es pictórica, un cuadro en movimiento, y es una de las ventajas de este espectáculo. Todo está tan organizado que hace de lo tremendamente complejo algo aparentemente muy sencillo. Una de las claves de la hora y media de la obra. Obra como término, porque hay un gran trabajo detrás en cada detalle.
Y en esos detalles está la intención. Un mensaje que no me gustaría pasar desapercibido. El protagonista es deforme, lisiado y anda ortopédicamente. Pero su fealdad está en el interior, algo difícil de ver para su entorno. Donde sus allegados ven preocupación y amor, sus acciones finales son malvadas y egoístas. Y me parece un mensaje muy actual. Aunque no es requisito esa estética enfermiza. Incluso el más bello de los rostros, y el más querido de los seres para uno mismo es capaz de obrar con esa capacidad de manipulación y falsedad. La hipocresía se disfraza de amor. Y hace que la víctima sea culpable de sus mayores pesadillas románticas. El malvado acaba convertido en la mayor de las victimas. Y aunque la historia tenga más de 400 años, hoy en día sigue muy presente.
Un canto perenne de las más terribles emociones de ambición del hombre, sea el precio un reino o un sentimiento. Mi reino por un caballo por conseguir una entrada para repetir.
Por cierto, lo podéis ver los próximos sábados y domingos a las 12:30 en el teatro Infanta Isabel (muy cerca de metro Chueca o Alonso Martínez): https://tickets.oneboxtds.com/teatroinfantaisabel/events/47070?sessionView=LIST
Elenco
• Nicolas Perez Costa
• Goizalde Nuñez
• Ana Belén Beas
• Zonia Lostaunau
• Patricia Domínguez
• Juan Miguel Talaveras
• Brian Huallamares
• Omar Méndez
• Álex Rojo
• Hugo Coello
Staff
• Coordinación Artística: Laura Ojeda
• Fotografía: José Ángel Fernández de Córdoba
• Producción: El Tío Caracoles, IFAM
• Música: Pablo Flores Torres
• Adaptación y Dirección: Nicolas Perez Costa
• Técnico de sonido e iluminación: Alba Santiago
• Diseño de producción escénica: Ana Belén Beas
